Aunque le dijera al Bigotes que la lealtad entre ambos iba a durar para toda la vida, parece que la relación entre el señor Camps y Álvaro Pérez ha durado lo que duran dos peces de hielo en un whisky on the rocks, como diría Sabina. Y es que cuando los amiguitos del alma declaran ante un magistrado, al señor Camps, se le muda su moreno perpetuo por un semblante blanco y demacrado, que no lo arregla ni el traje más apañado de Forever Young. A este paso no le van a quedar a su lado ni sastres, ni amigos… y ni siquiera compañeros de partido, como el otro día vimos ante las ausencias de Rita y los presidentes de las Diputaciones en las Cortes valencianas.
Y es que, para colmo, la facilidad de micro y de palabra con la que le agasajaba el Bigotes, brilla por su ausencia, porque hasta ahora a Camps sólo se le escucha el “yo no he sido “ y “eso es mentira” , además del consabido “yo me pago mis trajes”. Pura credibilidad.
En fin, no vamos a hablar de los pueblos que se ha pasado el señor Camps y Cía aceptando supuestamente regalos, pero claro, si después aplica trato de favor a las empresas de sus amiguitos, es más comprensible que diga que alguna pulserita se ha quedado pequeña.
No se preocupe, señor Camps, siempre le quedará Fabra.
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